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Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El movimiento feminista latinoamericano, propuso esta fecha, en 1981, como un tributo y reconocimiento a las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) asesinadas, en 1960, por oponerse a la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana.

Desde 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inició un ciclo de Conferencias Mundiales sobre la Mujer, primero en en México, luego en Copenhague 1980, Nairobi en 1985 y Beijing en 1995.

En diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, formuló el concepto de violencia contra la mujer como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

Desde ese momento se ha procurado, cada 25 de noviembre, convocar a actividades para sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la violencia contra las mujeres.

El arte es un ámbito idóneo para la reflexión y la sensibilización sobre este tema, en especial, el arte destinado a la infancia.

En 1970, una de las pioneras en tratar esta temática fue la italiana Adela Turín, historiadora de arte y diseñadora, quien fundó junto a la ilustradora Nella Bosnia, la colección «Dalla parte delle bambine», que en español tendrá con el lema «A favor de las niñas».

Turín y Bosnia contribuyeron a un programa para eliminar el sexismo en el material educativo, promoviendo la reflexión y el análisis de los sesgos sexistas en textos e imágenes de los cuentos infantiles.

Arturo y Clementina, Rosa Caramelo, La historia de los bonobos con gafas y Una feliz catástrofe forman parte de esa colección , a través de cuyas historias se busca erradicar los estereotipos sexistas y la discriminación para construir un mundo mejor.

Arturo y Clementina son dos tortugas enamoradas que viven a la orilla de un estanque. A Clementina le interesa conocer cómo es el mundo, quisiera lanzarse a la aventura y al descubrimiento. Arturo, por su parte, quiere una vida tranquila y sin sorpresas.

Todo el cuento es la búsqueda de Clementina por aprender, descubrir y superar el aburrimiento de limpiar , cocinar y esperar a que su esposo regrese del trabajo. Todo el texto brinda ejemplos claros de una relación en la que se ejerce violencia verbal y psicológica.

Arturo se instala desde un discurso hegemónico y sentencioso, que encasilla a Clementina en el lugar del déficit, por ser mujer. Ante sus comentarios y requerimientos, él le expresará: ¡Sólo se aburren los tontos! , Eres incapaz de aprender , ¡Eres tan distraída! , ¡Vaya idea ridícula! ¿Es que te crees una artista? ¡Qué bobada! , ¡eres tan descuidada! , pareces tonta.

Esta manera de catalogarla hará efecto en ella, quien por momentos pensará “’Tendré que andar con mucho cuidado o Arturo va a cansarse de tener una mujer tan estúpida”’. Cuando Arturo afirme su postura y llegue a expresar ¿Qué harías tú sin mí? , paradójicamente, será el germen de un vago pensamiento , las cosas que podría hacer sin Arturo. Y a la manera de Nora en la obra Casa de muñecas de Ibsen, emprenderá un camino en solitario, pero propio y auténtico.

El otro libro a considerar es Una feliz catástrofe que narra la historia de una familia constituida por un ratón, su esposa ratona y sus hijos. Viven todos tranquilos en una madriguera entre la alacena y la cocina de una lujosa mansión. Luego de la cena, el señor ratón cuenta historias inventadas a sus hijos, y si su esposa hace ruido, se escucha: “¡mamá, ten cuidado! ¡Está hablando papá!”

Ocurre una catástrofe, una inundación y la ratona será quien brinde la solución. Esto generará una inversión de los roles. En el nuevo sitio, madre e hijo saldrán a la aventura, conocerán nuevos objetos , sonidos y peligros. Ya no serán oyentes de historias inventadas por papá ratón, sino que serán protagonistas de sus propias aventuras. Este cambio en ellos, obligará a que señor ratón, realice otros, por ejemplo, empezará a descubrir sus cualidades culinarias, cuando ya su esposa, no siempre tenga la cena pronta.

Estas historias de Turín y Bosnia, interpelan los roles femenino y masculino, preestablecidos, y propician en niñas y niños la reflexión sobre el respeto mutuo y el crecimiento compartido en libertad.

Prof. Dinorah López Soler

 


 

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